miércoles, mayo 27, 2009

EL VALOR DEL CAPITAL MORAL

La izquierda no es más que una reacción a la derecha, una exigencia de capital moral negado.

"Hay que terminar con el odio antes que el odio termine con Chile", decía monseñor Silva Henríquez, el por muchos maltildado como el cura rojo, entre tantas reuniones con Allende conminándolo a dimitir al poder. Sin duda, el presidente de la oratoria admirable, quizás por estar muy convencido de sus ideas, de ver el férreo apoyo de sus protegidos o acicateado por sus ambiciosos colaboradores, se negaba a cualquier deposición que entregara el poder a las oligarquías tradicionales casi institucionalizadas fácticamente en la sociedad.

La izquierda tomó el peso que tuvo gracias a que la derecha no supo desarrollar el capital moral: si los pobres quisieron reivindicar sus derechos fue porque los grandes empresarios no tuvieron un comportamiento empático con ellos y carecieron de toda solidaridad. La izquierda surge en reacción a una derecha aspiracional y poco social.

No me cabe duda que el gobierno de la UP pese a las nefastas consecuencias económicas trajo progresos importantes y principalmente en lo social, como la nacionalización del cobre, la distribución del kilo de leche a los niños, el sueldo mínimo entre otros. Desgraciadamente, fue la forma la que devoró al contenido y todo terminó como sabemos.

Lo que continuó, el gobierno de una junta militar pedida por una ruidosa mayoría para intervenir el estado de desequilibrio, que luego mutó a una dictadura que terminó democráticamente según establecía la misma constitución creada por ese Gobierno y no por el “peso” de la oposición como muchos creen, también trajo avances importantes fundamentalmente sobre la reestructuración política y económica del país, con la modernización de las instituciones del Estado y del sistema económico y reemplazo de instituciones previsionales y de educación. Desde el 80, Chile fue un país distinto. Sin embrago, los costos fueron altos: eliminación de vidas a cambio de progreso, lo que alienó de todo rasgo de modernidad, situándolo al nivel posmoderno de las sociedades comunistas.

En definitiva, el capital moral se endosaba a una oposición fuerte.

Parafraseo los versos de Ernesto Cardenal: “Desde hoy todo el territorio nacional es tu sepulcro. Creyeron que te mataban y lo que hacían era sembrar una semilla”

Todos los casos mencionados anteriormente tienen un denominador común: el capital moral. El capital moral sin duda que es el principal factor de liderazgo. Capital moral del Cardenal Silva Henríquez de defender las causas justas: primero en la UP y luego en el gobierno militar. Capital de Allende que defendía la causa social, visto por la clase obrera de entonces como el bastión de lucha por alcanzar la igualdad en momentos en que las clases bajas no tenían tantos accesos a bienes como hoy. Capital moral de Pinochet y la junta militar de salvar al país de la hecatombe que se estaba dando y evitar la temida sumisión a una dictadura marxista, que luego continuó con la reestructuración de las instituciones y la reposición de poder a las oligarquías plutocráticas, pero que sin embargo perdió peso y su capacidad de transformarse en monopolio al avalar las muertes y torturas. Pero este capital pasivo lo asume la Concertación y lo transforma eternamente en un monopolio moral y lo distribuye entre sus gestores más relevantes: Aylwin (líder conciliador de la oposición al régimen militar, con un rol paternal muy fuerte), Frei (que proyecta la imagen de búsqueda la justicia social impulsada por su padre y un poco abandonada por Pinochet en pro de las privatizaciones), Lagos (que a fines del gobierno de Pinochet representaba la rebeldía, en un rol paternalista, siendo capaz de desafiar al gobierno llevando gente a manifestarse en las calles) y Bachelet (víctima de la tortura, hija de un militar traicionado por sus colegas, y su capital era representar a los DD.DD. y sus familias)
Sin embargo, el hecho de que Frei vuelva a aparecer pareciera reflejar el fin de los capitales morales y por ende, que el monopolio ya se venció y en su lugar queda la ambición por continuar en el poder.

Surge entonces, como reacción la figura de Sebastián Piñera y Marco Enríquez, quien deserta de la concertación por sentir en cierta forma traicionado sus valores de izquierda. Su capital moral sigue siendo el enarbolar el estandarte de igualdad socialista que aparentemente quiere el poder para la gente y no para servirse de él, pero con un ideal socialista duro, casi allendista y casi marxista, que de nuevo tiene muy poco. Enríquez tiene el valor de ser un Quijote siguiendo la senda de su padre, fundador del MIR, frente a unos excompañeros concertacionistas que al parecer peleaban contra el régimen militar más para acceder al poder para enriquecerse que para buscar igualdad. Contradictoriamente a sus discursos, son empresarios, accionistas y trabajan para las elites que dicen odiar tanto. El capital moral de la concertación se diluyó.

Piñera tiene el capital moral del recambio, de representar la juventud, pero los errores cometidos comercialmente tienden a quitarle credibilidad y eso es vociferado por sus detractores. Por otro lado, el capital moral de RN y la UDI me parece que falta desarrollar. Años atrás, la UDI tenía el capital moral de la comunidad con los sectores populares, dándoles una alternativa a la justicia social desde la lucha de clases, gracias al trabajo de personajes como Guzmán o Longueira. Sin embargo, falta generar un capital moral mucho más potente: la creación de comunidad, recordar que los partidos políticos surge por la necesidad de pertenencia a grupos e identidad (recordando al buen Maslow) y por ende su capital moral la proyección de ideales de país y no sólo captar votos.

martes, mayo 19, 2009

UN APERITIVO PARA EL 21 DE MAYO.

Un aperitivo de traje y corbeta, ideal para un combate cuerpo a cuerpo:

Ponga en un vaso 3 cubos de hielo: 2 picados y uno entero.
Añada 50 cc. de Pisco Chileno (no usar quebranta ni nada peruano).
Sume 30 cc. de menta y verá que la mezcla toma un tono Esmeralda. Procure que no quede desigual.
Complete con Agua de la Carmelita que venden en calle Arturo Prat.
Para finalizar, a-bata un par un par de huevos bien chilenos y decore con una banderita a media asta. Servir AL TIRO y beber a sorbos, ya que puede derribarlo antes de dar un brinco y terminar porque le entre agua al bote.

*Receta propinada por barman de Hotel Plaza Condell, de Iquique.