martes, septiembre 05, 2006

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No sé qué pasó. Todavía me lo pregunto. El tren volvió a pasar mientras estaba a la orilla del riel, empujándome con su abominable agresividad en este campo abierto como un estruendoso vendabal. El viento sopla muy fuerte. El cielo volvió a nublarse y el silencio toma vida, invadiendo cada rincón del infinito. Las nubes lo cubren todo y el sol parece que prefirió esconderse.

Sigo en pie, a pesar de todo, pero atento a que el tren regrese. Pero nada se oye, la gente no existe. Sur o norte dan lo mismo. Ya la muerte da lo mismo, ya no siembra miedo. Nada es tan pesado como para no cargarlo. No sé si sigo en el mismo lugar o si el mundo se ha seguido moviendo.

De pronto, el reloj que parecía detenido, avanzó vertiginosamente, desenfrenado, como un loco, y dio vuelta la historia. Se tomó el espejo que permanecía inmutable y transformó todo.

Quizás, es como siempre todo tenía que ser. El cielo es de los ángeles y el purgatorio para quienes quieren serlo. Si otros prefieren las llamas, que se quemen. Las fuerzas ya ni quedan y no sé cómo sigo aquí parado a la orilla del tren. Ya no hay gente, sólo hay nada. El cielo está nublado.

sábado, septiembre 02, 2006

ALMEJAS

Qué bicho puede ser más simpático que una almeja. Porfiadas hasta decir basta, las almejas se obstinan siempre por no dejarse abrir incluso por el más amenazante de los cuchillos. Son el símbolo máximo de la resistencia. Uno las va a abrir, fuerzan, se resisten; se las invade con cuchillo, el cuchillo entra, sueltan jugo, entonces ahí, cuando uno cree que ganó la batalla, se ayuda con las manos, saca el cuchillo para no cortarse y… se cierran.

Creo seriamente que las almejas deben ser comunistas (talvez su nombre científico sea algo como Mariscus Gladys-Marinus o Almejus Marxis) Sí, porque si analizamos, se parecen a las ostras, pero no tienen perla y se visten con una concha con trama de poncho nortino… como que les falta la pura llamita. Mientras las ostras y los ostiones se lucen en comidas y cócteles ABC1, las almejas lo hacen en la mesa C2 y C3, componiendo la caña del trasnochado. Son las más proletarias de todos los mariscos con concha, siempre resistentes a la opresión del cuchillo, amigas de la cebolla y el vino y son populares en el Mercado y en las ferias libres, donde siempre lucen vivas, cerradísimas. En cambio, cuando las tienen en el supermercado ya están con la lengua afuera, vencidas, derrotadas, exhibidas en su peor momento por el modelo capitalista. En las ferias es distinto, ahí, se lucen resistentes junto al pueblo, al feriano sacrificado y al campesino que vende el fruto de su esfuerzo, esperando que alguien las tome en cuenta.

Además, son simples, basta un limón para lucirse.

Genial. Salud por las almejas.