viernes, octubre 01, 2010

Coloquio esotérico con el caballero

Viendo la contingencia entre la huelga de los Mapuches, los 33 mineros que todavía siguen bajo tierra y el casi intento de golpe de estado contra el presidente de Ecuador, agarré una tabla ouija que tenía fondeada en algún lugar de mi rincón de los cachureos, oscurecí todo y decidí invocar a un personaje que nos gobernó hace varios años atrás. Ahí apareció con su capa a lo Batman. Una dosis de sabiduría, enriquecida con sarcasmo mejor que el de Vidal.

Oh, caballero, qué puede decir de la huelga de hambre de los mapuches:
"Mire, le voy a decir una cosa... esos mapuches en huelga me tienen sin cuida'o. Si no quieren comer que no coman, total habían unos que estaban medios pasaítos en kilos, señor. No van a querer que les den comía jugando al avioncito... mire que la última vez que jugué al avioncio con alguien me agarré el poder yo, puéh"

A su juicio, ¿el gobierno está actuando bien?
"¡Por supuesto que no está actuando bien, puéh señor! Este señor Piñera nunca ha actuado bien... si votó por el NO, puéh. Yo ya hubiera mandado al Mamo hace ratito"

¿Cree que hay acciones organizadas entre los mapuches?
"En la araucania no se lanza un pehuén sin que yo lo sepa"

Pasando al tema de los mineros, qué me dice...
"Mire partiendo porque son 33, no me gusta el número, yo hubiera dejado 40 más, pa' que fueran 73"

Pero el número da lo mismo, el problema es que llevan mucho tiempo bajo tierra
"¡Chís! ¿Y como yo? No hayo las horas que me saquen de acá pa' volver a huevearles la pita un ratito..."


Intento golpista en Ecuador, ¿qué opina, caballero?
"Mire, lo de Correa no jué (sic) insurrección, fue solamente un sustito... ¿O cree que yo juí (sic, again) insurrecto por hacer lo mismo? No me lesee que si no agarro la ouija y llamo al Fanta."

Ya, ya, ¿pero no cree que con su "sustito" no se le pasó la mano?
"Hmmm... Sí, puede ser, pero eso pasa por tener mandos medios, puéh, ellos se mandaban las partes. Yo no tenía idea... A todo esto, ¿cómo me llamo yo? ¿dónde estoy?... Esta demencia senil..."

Ya, está bien. Dígame a quién echa de menos.
"Se echa de menos muchas cosas... a las enfermeras de la London Clinic, al PM de la silla de ruedas, a Izurieta... ¡¡Izurieta!! El fue como mi Jesucristo, apenas lo ví me dijo 'Augusto, párate y anda'. Y resultó. Milagroso, oiga. La Lucía también... cada vez que veo el cerro desde abajo me acuerdo de ella."

¿Alguien para olvidar?
"Cardemil"

¿Por qué?
"Esa tarde del No, me tenía los nervios de punta: '¡¿Cardemil, cómo vamos?!', 'La raja, mi general'; a las dos horas, 'Cardemil...' 'Eh, bien, general'; a las 4 horas: 'Cardemil, como vamos'; 'Maoma no más mi general'; a las 5 horas: 'Cómo vamos Cardemil...' 'Mas o menos mal, general'. A las 6 horas: '¿Tiene alguna novedad, Cardemil?' eh, sí le traigo harto confort, mi general'"

¿Algún mensaje?
"Eh, sí. ¡¡Longueira, no tengo ninguna hueá que hablar con vó!!"

Qué epitafio hubiera querido para su tumba.
"Voy y vuelvo"

domingo, febrero 14, 2010

LOS GRANDES TRIUNFOS

En el distante México, un joven de 560 kilos postrado en su cama, casi inmóvil, celebraba con alegría la pérdida de peso que lo dejó en 360. Celebraba sentirse un hombre nuevo, con un cambio significativo que muy pocos podían notar. Entonces, manifestó su alegría, encendió la radio y junto a su madre se puso a escuchar rancheras.

A más de 7 mil kilómetros de ahí, en Chile, una mujer celebraba el éxito de poder cambiar su rancho de cuatro palos en pie y cartones por una mediagua de madera con techo de zinc. Por fin iba a poder dormir junto a sus tres hijos en un colchón que no reposaría directamente sobre tierra.

Mientras la mujer abría asombrada la puerta de su nueva casa, en un hospital público de Santiago, un joven celebraba con orgullo el logro de poder mover sus piernas después de meses. Las movía, las flectaba y no dejaba de mirarlas mientras se mantenía apoyado sobre un par de muletas. Una sonrisa fija en su rostro delataba su felicidad. Felicidad que se proyectaba en el rostro de un camillero que lo miró mientras pasaba por fuera de la sala, imaginando cómo celebraría sus 6 meses sin fumar después de años consumiendo una cajetilla al día. La persona más feliz con el logro del camillero sería su esposa, que esperaba el primer hijo después de una dura terapia de fertilización.

El profesor de una escuela pública rural cerraba el libro de clases después de dar por finalizada la jornada. Sonreía brillantemente mirando a cada uno de sus alumnos porque todos ellos habían aprobado su asignatura sin necesidad de caer en el vicio de arreglar las escalas de notas. Al fin había logrado que sus alumnos le entendieran la materia.

Por fuera de la escuelita, una niña pasaba pedaleando su bicicleta como una locomotora, disfrutando el tibio viento en la cara y viendo cómo ya no tambaleaba después de que por fin podía andar sola, sin rueditas atrás.

Una prostituta vaciaba en el baño la petaca de pisco con que se acostumbraba embriagar antes de ir a trabajar a la esquina de siempre, porque había decidido que no saldría más a ejercer el oficio después de inscribirse ese mismo día en un programa municipal para terminar la enseñanza media y de haber encontrado un trabajo como nana de un niño down, cuyos padres no paraban de celebrar que el pequeño había logrado lavarse por sí solo. Entonces, la prostituta se sintió libre, contenta, tan contenta como si hubiese cambiado un rancho por mediagua, como si hubiese aprendido a caminar después de años, tan contenta como el camillero que miraba sus bolsillos con más plata porque había dejado de gastar en cigarros o el profesor que veía que sus alumnos pasaban de curso, como la niña que corría libre en su bicicleta sin rueditas, como el gordo mexicano se sintió al perder los kilos que lo hicieron sentir menos gordo. Y quiso celebrar con su soledad. Y entonces encendió la radio, justo cuando empezaba a sonar una ranchera.

lunes, enero 25, 2010

REBOSANTE

La sonrisa más luminosa que he visto en tan escasos dientes. El resplandor de sus ojos lo decía todo y todo lo iluminaba con su felicidad rebosante de inocencia, enajenada de todo vicio, de toda maldad, ensimismada en su propia fantasía que dibujaba mirando el mundo externo. Un arcoiris parecía salir de su boca estirada al límite de su capacidad.

En vano había ruido, en vano había insultos, en vano había preocupación por llegar un minuto antes. Ella seguía ahí, imperturbable junto a la ventana disfrutando el paisaje lleno de casas, árboles, gente poco amistosa y un sol abrasante. Cada minuto era una dosis de motivos por los cuales sonreir.

Hasta que la mano de su guía se juntó con la de ella y aún con la felicidad eterna de su locura extranjera, bajó del carro de metro y se despidió de todos moviendo una de sus manos con la gracia de una mariposa, mientras el carro se alejaba de su alegría que aún seguía emitiendo un arcoiris.