En casa de mi prima, conocí una gringa muy simpática, recién llegada de “las Europas”. Recuerdo que entre las cosas que conversamos en su cerrado inglés británico, ya que su español era casi ininteligible, surgió la siempre “novedosa” pregunta que siempre deviene en uno hacia los extranjeros (quizás por la genética criolla): “¿Y qué te ha parecido Chile?”
Respuesta típica: bien, la gente muy simpática, etc., etc., etc… Pero sorpresa fue cuando añadió: “But I hate the famous COMO” .
Pero “qué es COMO” me pregunté. Entonces, me explicó que people says: “Te voy a estar esperando como a la salida” “Almerzamos como a las 2”…
- Ustedes no se deciden nunca -agregó en masamorriento español ariscando su respingada nariz y abrillantando sus tremendos ojotes claros.
Tal vez la gringa tenía razón. Somos los reyes del COMO, del AS y el AROUND, como me decía ella.
Por qué me acuerdo de esto. Porque acabo de estar en el supermercado, donde no había esto sino que algo tipo esto, así que finalmente compré sólo café, que no cuesta $2.000, sino que $1.999, que se recuerda como “mil y tantos” pero en definitiva son “dos mil”.
Será para no desfinanciar al cliente…
Pago con $2.000.
La cajera recibe el billetito semiplástico que obtusamente resiste doblarse. Abre la caja y antes de terminar de teclear me mira:
“¿Dona el peso al Hogar de Cristo?”
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