viernes, abril 14, 2006

LECCION DE UN FIN DE SEMANA ESPECIAL

De vez en cuando la vida, nos gasta una broma,
y nos despertamos sin saber qué pasa,
chupando un palo sentado sobre una calabaza.
(De vez en cuando la vida - Joan Manuel Serrat)

He dicho en varias ocasiones que no hay mejor capital que los amigos. Los amigos, después de la familia, son el bien más valioso que uno puede tener, ya que trascienden en la vida y en la muerte. En la vida, es obvio, son los complementos emocionales con que uno cuenta muchas veces, tanto para dar como recibir. En la muerte, son la manifestación de la fidelidad eterna. Sólo los amigos son capaces de recordar con objetivo cariño al compañero fallecido, de integrar a cada evento su virtual presencia y de honrar cada acto que lo recuerde.

Un amigo es la instancia más próxima que nos da la vida extrafamiliarmente para dar amor, para querer y respetar tremendamente. Un amigo es más que una simple compañía, es un alter ego, otro-yo, una segunda personalidad, con la que se comparte la vida con completa transparencia. Pero también, un amigo es una segunda conciencia, alguien que te dice cuando estás haciendo algo bueno y cuando no.

Un amigo es la manifestación fraterna del amor, de la caridad. Dei caritas est. Dios es amor. Y el amor es transparente y desinteresado, por eso, el amor verdadero dura, no se termina de repente ni obedece a las circunstancias; no cambia por variantes físicas o económicas; es incondicional y supera los egos. Y por eso, los amigos de verdad son carros de tren que se unen en alguna parte de la via y no se separan hasta que cumplen su ciclo.

Estamos en Semana Santa, y Cristo nos deja una gran lección de caridad. Fue capaz de entregar la vida por los demás, como el mejor amigo de todos. De amar a los otros sin importar si eran prostitutas, pescadores o cobradores de impuestos, todo lo contrario que hicieron quienes lo llevaron a la muerte, como Caifás, que lo persiguió por robarle importancia. Incluso de proteger a los suyos, como cuando le dijo a Pedro que lo negaría 3 veces. Cristo dio y recibió. Tuvo su círculo de amigos, capaces de responder fielmente a la amistad, hasta la muerte; incluso el traicionero Judas, cuya conciencia terminó pesando más que sus actos. Cristo nos da hoy una tremenda leción de amistad y nos lleva a la reflexión con 3 acciones implícitas hacia nuestros más cercanos, que pese a que muestran nuestra debilidad, nos fortalecen grandemente: pedir perdón por los errores, dar las gracias por la capacidad de querernos y decir te quiero a todas esas personas que en verdad queremos. Son 3 actos que cuesta cumplir, pero son tremendamente importantes.
Por eso, saludo a todos mis grandes amigos... en realidad, mis amigos, con quienes llevo años y pretendo continuar juntos, como esos viejitos que al final se cuentan cuántos van quedando vivos: Gonzalo, Rocío, Cristina, Carola, Podrigo, Tamara, Luchi, Alvaro, Alfonso, Manuel. Pocos, pero de verdad. Algunos que prácticamente no veo, pero que sé que están ahí, tal como saben que también lo estoy. Estoy muy agradecido de tenerlos, porque son verdaderos tesoros. Gracias por la amistad que han sido capaces de continuar post colegio, post universidad, post circunstancias. Los quiero mucho a todos, de verdad, pese a que no los vea siempre y les pido perdón por haberles fallado alguna vez, porque olvidé sus cumpleaños o no he estado con algunos en momentos difíciles.
Cuando estaba en la U muchos se hicieron "amigos", casi nadie tenía amigos de antes... Me siento privilegiado.

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